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La Passivhaus en España


Tradicionalmente el buen diseño arquitectónico y la cordura siempre han estado muy unidos al concepto de casa pasiva, de uno u otro modo. El hombre primitivo ya se aislaba con pieles de animales cuando tenía frío, se resguardaba en cuevas de alta inercia térmica, construían chozas con pocos puentes térmicos, etc. Los esquimales conocen muy bien el concepto de casa pasiva con sus iglúes, así como los indígenas de las zonas tropicales siempre han usado los conceptos de ventilación cruzada, ventilación nocturna, protección solar, etc.


El estándar Passivhaus es un concepto creado en Alemania en 1988 y puesto en práctica por todo el mundo desde entonces. Son una serie de reglas de construcción para casas pasivas que consiguen que el edificio tenga un consumo energético nulo o casi nulo y unas altas prestaciones de confort interior. Si la edificación cumple con estos requisitos se puede obtener una certificación Passivhaus expedida por técnicos homologados que será reconocida y valorada en toda Europa y en todo el mundo civilizado. Pero, ¿en que consisten estos sistemas tan innovadores que nos permiten ahorrar y favorecer al medio ambiente?


Primeramente, lo más importante es un buen diseño. Entendiendo por buen diseño buena orientación, la compacidad (en este caso el Movimiento Moderno y el racionalismo serían “poco Passivhaus”), y la protección solar de los huecos al sur entre otros. Generalmente, son aspectos que se han tenido en cuenta siempre en la arquitectura tradicional, cuando se ha construido con un poco de cariño, desde que tenemos uso de razón.


El segundo factor primordial es el aislamiento térmico. Y no hablamos de poner un poco de espuma de poliuretano entre la cámara de aire del muro. Hay que poner un buen aislamiento térmico, del mayor espesor posible, de diversos materiales aislantes (si puede ser no contaminantes) y, lo más importante, SIEMPRE al exterior. Esto conlleva generalmente a una alta inercia térmica del cerramiento y una ausencia de puentes térmicos. Bien es verdad que a veces se recomienda colocar el aislamiento en el interior, por ejemplo en casas de vacaciones para que se calefacten más rápido, o, por supuesto, en rehabilitaciones de casas tradicionales en las que le fachada sea un factor patrimonial importante. En estos casos, aunque se pudiese conseguir una casa Passivhaus con estas características, habría que plantearse si es recomendable o no su aplicación (¿queremos una catedral Passivhaus?).


Otros factores importantes para climas cálidos como el nuestro (con respecto al clima de referencia que es el de Alemania) son las ventilaciones. Es importante ventilar por la noche en verano, para disipar el calor acumulado y renovar el aire viciado. Las novedades específicas del estándar Passivhaus son la ventilación con recuperación de calor. Es decir, el aire viciado caliente que sale cede su calor al aire frío limpio que entra. De esta forma se pierde el menor calor posible del interior a la vez que se produce una función primordial como la ventilación. Otro factor en el que hace mucho hincapié el estándar Passivhaus en el la hermeticidad de todo el cerramiento. Deben estar muy controladas las salidas y entradas de aire y de calor para que haya las mínimas pérdidas posibles. Para ello hacen falta unas ventanas Passivhaus, que consisten en ventanas con doble o triple vidrio bajo emisivo con un gas noble en el interior. La ventana es uno de los elementos por donde se pierde más calor en una casa normal, y es por ello que deben estar muy controladas.


Una vez que cumplamos todos estos factores, se hará una serie de pruebas a la casa calculando las pérdidas energéticas y estableciendo si cumple el estándar Passivhaus. Para hacernos una idea, este estándar es equivalente a una calificación energética A si realizamos un certificado de eficiencia energética. También es equivalente al “edificio de consumo de energía casi nulo” (EECN), el estándar al que la Unión Europea quiere llegar para 2020. Todos ellos, con sus matices, lo que buscan es que vivamos en un mundo en el que no dependamos tanto de la energía. Puesto que los edificios suponen el 60% del consumo de energía del planeta, conseguir reducir esta al mínimo es un factor imprescindible si no queremos volver de nuevo a vivir en cavernas y abrigándonos con pieles de osos, si aún quedan.

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